Siendo las 06.30am en la ciudad de Huancayo, a unos 300 km al sur de Lima, las campanas anuncian la partida derrumbando el principal mito del Tren Macho… Cuenta 
la leyenda que años atrás, tiempo en que el acero y el vapor reinaban el mundo moderno, existía un pequeño tren impulsado por una poderosa locomotora de extraño renombre pues era conocido como “Tren Macho”. Este seudónimo no se lo ganó por sus proezas de fuerza o tencidad en la marcha como uno podría imaginar. Este titulo se lo ganó por la singular característica de: «Salir cuando quería y volver cuando podía», así como unos cuantos que he conocido por la ruta… Al parecer, con el fin de la era de los gigantes de vapor, este macho de los hierros encontró la madurez y se ajustó al estilo convencional de los nuevos tiempos modernos, así, este Tren sale puntual día por medio a las 6.30 am con el clásico redoble de campanas y el infaltable silbato propio de los trenes.
Estación de Huancayo
El viaje en el Tren Macho es un recorrido lleno de nostalgia y folclore, como les decía, este simpático monstruo de acero sale puntual a las 6.30 de la mañana los días lunes, miércoles y viernes desde Huancayo para dirigirse a Huacavelica. Los días restantes el recorrido es hecho por un carro llamado autovagón que de interesante no tiene mucho. El valor del pasaje es de 9 soles en primera clase y 13 soles en el carro buffet, cuya única diferencia es tener una mesa donde comer ya que el pasaje no incluye la comida. La maquina recorre 148 km a un paso tranquilo, completando su recorrido en 6 horas donde puedes apreciar hermosos paisajes llenos de profundas quebradas, verdes bosques y llanuras doradas que se juntan entre el cielo y las montañas. Durante el viaje te vas empapando de la cultura serrana del Perú pues nuestro amigo metálico lleva en sus entrañas a multitud de
señoras vestidas con sus trajes típicos, sus coloridas bolsas llenas de mercadería y a otras cuantas que aprovechan el tranquilo viaje para confeccionar sus productos de lana. Si gustas, el servicio del Tren ofrece contundentes platos para comer, en nuestro caso nos ofrecían un lomo salteado que si no fuera por nuestra miseria económica hubiéramos aceptado con gusto. Además, la oferta gastronómica se extiende con un exquisito brebaje tibio de manzana y en ciertas estaciones como Izcuchaca, los interiores del tren se vuelven fiesta con un mar de vendedoras ofreciendo una variedad infinita de panes, empanadas, chicharrones, choclos con queso y quien sabe que mas podrás llegar a probar en tu experiencia.
Izcuchaca es una estación importante, a parte de ser un lugar muy llamativo por su arquitectura y su famoso «Puente del Inca», es un lugar estratégico si tu intención es llegar a Ayacucho, así que si no tienes grandes intenciones de llegar hasta Huancavelica, ciudad que pudimos llegar a conocer muy tangencialmente y que se veía muy hermosa con sus colinas y termas de alrededor, te recomendamos terminar tu experiencia en Izcuchaca pues aquí te será mucho mas fácil hacer dedo o pedir un jalón a algún vehículo en carretera hacia tu próximo destino, ademas, podrás disfrutar de su interesante comercio y gastronomía local.
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